Crítica Literaria: Un mundo feliz (sin
Cascos)
La novela anticipa el desarrollo de la partitocracia PPSOE,
la corrupción sistémica de las instituciones y correspondiente creación de una
casta privilegiada que, combinadas, cambian radicalmente la sociedad. El mundo
aquí descrito podría ser una utopía, aunque irónica y ambigua: la casta
enriquecida es desenfadada, saludable y avanzada tecnológicamente. La crítica y
el debate parlamentario han sido erradicados, y todos parecen permanentemente
felices. Sin embargo, la ironía es que todas estas cosas se han alcanzado tras
eliminar o reducir muchas otras: el presupuesto regional, el bien común, la
honestidad, la diversidad de opinión, la prensa libre, el orgullo de país, la
industria, el empleo, la sanidad, la educación y la asistencia social.
Los dos personajes principales presentan puntos de vista
opuestos de esta sociedad. Cherines es la perfecta ciudadana, feliz y
"neumática", conforme con su comportamiento, cumpliendo su función en
la sociedad, que se relaciona con cuantos corruptos le sea posible, pero
bastante incapaz de ejercer su libertad de pensamiento; ella no reconoce su
amor por el "Salvaje Cascos", como un conflicto emocional con su
acondicionamiento.
Por oposición, Javier Fernández tiene algo del forastero, se
cree intelectualmente más listo que los demás (socialista-plus) -su
inteligencia hace que no responda al condicionamiento- pero políticamente es
más pequeño que el socialista promedio, se enfrenta (o al menos cree
enfrentarse) a problemas sociales incluyendo la displicencia con que lo tratan
otros dirigentes de su casta (Areces, Trevín, Sariego, Kiko Jesús el de
Cudillero, Vigón, sindicaleros varios, etc.) y sufre de falta de respeto por
parte de los excluidos de la casta. Como resultado, se ha convertido en un
inadaptado social, avergonzado cuando trata de propiciar citas con sabios y/o
expertos afines a la casta, desinteresado por su país, prefiere ser miserable
que tomar soma, aunque ya la haya ingerido en el pasado. El
comportamiento inaceptable de Fernández lo mete en problemas con su jefe Rajoy,
el Director del Laboratorio de incubación y Acondicionamiento. Sin embargo,
Fernández obtiene permiso para visitar la Reserva Salvaje de Asturias, donde
lleva a Cherines.
La segunda mitad de la novela comienza con la visita a la
Reserva. Es aquí donde se presenta el otro protagonista principal de
la novela. Cascos el Salvaje es el resultado de un error accidental del
método reproductivo de la casta. Él creció con el estilo de vida de la tribu de
los astures. Sin embargo, también recibe la influencia de la educación que
le dio el descubrimiento de las obras
de Gaspar Melchor de Jovellanos. El choque cultural que resulta
cuando el "salvaje" es llevado a la sociedad del "Mundo
Feliz", provee un conducto para que el lector compare los valores de la
casta con los de Cascos, y señala los mayores defectos de la sociedad del Mundo
Feliz.
El punto clave de carácter moral del libro gira
alrededor de dos problemas diametralmente opuestos. El primero, y el más obvio,
es que para asegurar una felicidad continua de la casta, la sociedad debe ser
manipulada, la libertad de elección y expresión se debe reducir, y se ha de
inhibir el ejercicio intelectual y la expresión parlamentaria. Los ciudadanos
no se sublevan, pero Cascos el Salvaje considera que este status quo es
artificial y "sin alma".
El segundo problema presentado en la novela es que la
libertad de elección, la eliminación de la corrupción y la búsqueda de ideas
para recuperar el orgullo de país, resultan en la ausencia de la felicidad de
la casta, que se niega a perder sus privilegios en beneficio del resto de la
sociedad.
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