“Anulación”
Llueven balas en Axtur City; los fogonazos de los disparos
entre bandas, y aún dentro de cada banda, relampaguean en las tinieblas del
alumbrado público desconectado por impago... “por austeridad” en la jerga del
hampa.
No se sabe con certeza a qué responden las reyertas, como en
la del sucialista que consigue introducir, inopinadamente, el nombre del marido
de la líder gaviota en las actas de la comisión de investigación de una trama
delictiva en principio ajena a Merkerines ¿O no tan ajena?
La lucha interna por el poder, a navajazos y sin
contemplaciones, informa en cambio que lugartenientes de la “Red Union”, banda
auxiliar de los sucialistas, exijan la cabeza de su propio portavoz con la
excusa de un asuntillo menor de prevaricación; menor en relación a la
millonaria escala duernana de desfalcos, claro está. Pero los tiburones han
detectado sangre y ya no pueden refrenarse: ser la marca blanca de los
sucialistas, la marca que blinda a “El Mudu” y a sus secuaces en las instituciones
bajo el señuelo de una alternativa política inexistente, da estabilidad pero
genera hambre, hambre de cargos, hambre de nómina, pues los sucialistas se
reservan los buenos negocios en connivencia con quien cuadre. Por ejemplo, el
entramado ladrillero de la construcción y las obras públicas, proveedor
principal del corrupto duernu que comparten sucialistas y gaviotos ante la
mirada arrobada de los red union, y que ahora ha sufrido un inesperado revés.
¿O no tan inesperado?
La anulación por los tribunales del Plan General de
Ordenación de Port Musel, impulsado bajo la férula de un despótico, obtuso e
ignorante consiglieri sucialista al servicio del mayor lucro de los
especuladores inmobiliarios, no despierta sin embargo contra él las iras del
entramado ladrillero, dando la verdadera medida tanto de la imbricación entre
ambas organizaciones como de la mútua omertà debida; antes bien, estas iras se
dirigen, como no, contra los hombres de Helmets. No importa que estos nada
tuvieran que ver con el Plan, no importa que los sucialistas hubieran
secuestrado para los especuladores ingentes superficies del mejor suelo del
distrito convirtiéndolo en infame deuda, no importa que ya nadie fuera a
construir sobre él ninguna vivienda, no importa la opinión del pueblo que
batalló por la anulación del Plan, no importa nada: la campaña mediática estaba
lanzada y la trama ladrillera se dispone ahora a convertir derechos
edificatorios virtuales en derechos de exacción de fondos públicos reales
mediante el viejo truco, marca de la casa gaviota bien aprendida por la
sucialista, de la reclamación de indemnizaciones, eufemismo de la simple
extorsión al contribuyente.
El Mudu no decía ni palabra, como siempre impasible, se
mostraba –es un decir– alejado de la guerra de las calles, al fin y al cabo y
al margen de su condición de capo de capos, la cosa no iba mucho con él, puesto
que ya había prometido a la trama ladrillera mayores derechos edificatorios en
otros ámbitos, y para mayor cachondeo, al amparo de un acuerdo que tuvo la
humorada, el cinismo, de calificar de “social”.
El Mudu había hecho su parte, desde el despacho contemplaba
la oscura, fría y húmeda primavera de Axtur City y, arrullado por las sirenas
que corrían a hostigar a los trabajadores sublevados por cierres y despidos,
decide sobre la marcha regalarse un viaje a latitudes más cálidas y amables, un
“viaje institucional y empresarial a Colombia, Panamá y México”, sería ideal.
Mola viajar gratis con los colegas disfrazado de jefe de estado: aunque fuera
un estado tan arruinado como Axtur City, siempre se le puede distraer cierta
cantidad para la solaz sucialista. Total la vida son cuatro días y dejaba a su
gente entretenida con trabajo, mucho trabajo.
Evidentemente había que seguir reprimiendo a una población
cada vez más desesperada, al Mudu no le van las algaradas callejeras, para eso
ya están otros. Se podía contar con los caciques locales... denuncia de las
fuerzas de orden público al que proteste por imponerle alcalde, intimidación al
que alegue en contra de algún plan urbanístico o equipamiento...en fin, pecata
minuta. Para palabras mayores, disturbios laborales y similares, disponía de
las fuerzas estatales del viejo capo gavioto Don Gambino, uno de los venerables
padres fundadores del Pacto del Duernu junto al sucialista Arheces, y la prensa
amiga seguiría en su ausencia difamando como cada día a Helmets. Nada que
objetar ni que temer.
Por lo demás la planificación de nuevos golpes iba viento en
popa, o al menos así se lo había transmitido la responsable duernana de las
obras públicas; una mujer increíble y de inusitada capacidad, pues ya hace
falta tesón criminal para imponer a toda costa a un estado tan exhausto y
depauperado como Axtur City una nueva deuda, por importe de nada menos que 320
millones de euros, bajo la forma de una incineradora de basuras harto
prescindible. Pero el negocio es el negocio y debía continuar, la mafia
duernana ostenta no en vano una acrisolada reputación en el cumplimiento de sus
“compromisos”, y si por un lado restringe y encarece la energía, por otro la
despilfarra en un equipamiento inútil a mayor lucro del adjudicatario y del
adjudicador. No se puede tener piedad con el pueblo cuando hay dinero de por
medio, es la ley.
Los veinte frascos de loción anticanas ya estaban en la maleta,
ahora sólo faltaba elegir la ropa. ¿Haría mucho calor en México? Llamaría a Gallineros, el hombre del Duernu en Tijuana.
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